Leviatán contra la libertad
Leyendo las impresiones que muchos vecinos hacen de la actual crisis económica, distingo las más de las veces una tendencia considerable a dejar escrito sus sensaciones o sentimientos más que analizar algún aspecto de la crisis. No soy adivino, tampoco quiero ser agorero. Digo esto porque la tendencia bastante extendida es la de pronosticar y no para el bien de nuestro futuro. Me dedicaré a resaltar dos aspectos de la tentación mayoritaria en denigrar lo que ellos creen como origen y perpetuación del mal: el calificativo liberal y el Estado como remedio del mal. La palabra más rechazada y odiada a tenor del sentido que se da al contexto es la de liberal o neoliberal, hasta el punto que es utilizada para calificar despectivamente, o sea, descalificar. Todo lo que es malo para mis vecinos disconformes es liberal o está hecho por liberales, como bajar los salarios, recortar el gasto, comprar deuda pública con elevados intereses, liberalizar los horarios comerciales, etc., y concluyen