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Compartí en mi muro facebook un artículo de Expansión que hacía referencia al incremento de visitantes que produce la apertura de un gran centro comercial. Hubo un interesante debate acerca de si era bueno o perjudicaba al comercio colindante. Ha sido un tema recurrente en tertulias y medios casi siempre que ha abierto un macrocentro y creo que es normal que así sea, porque en los últimos 40 años hemos pasado del comercio tradicional de centro o de barrio, de tiendas familiares con pocos empleados o supermercados y galerías comerciales con algunos socios, a las grandes espacios comerciales y de ocio de inspiración claramente anglosajona. Existe todavía la idea de que las grandes superficies pueden mermar las ventas del comercio tradicional, pero aunque perdure este resquemor en la mente de muchas personas, habría que tener presente dos antecedentes que rigen la vida en una sociedad libre: la libertad de acción y de pensamiento y la competencia surgida de la anterior. La ga

En ocasiones nos aventuramos a decir lo que hemos oído de otros, sin meditar si nuestro entendimiento lo acepta, o somos capaces de hacer un análisis crítico. Es este el caso de lo que la asociación de El Meló d'Or de Ontinyent afirma y otros propagan sobre las estrictas condiciones (que yo añado restrictivas) de su cultivo para adquirir la etiqueta. Me refiero, concretamente, a la calidad que le da al fruto si en años de sequía no se riega la planta.  La observación acerca de que el melón no debe regarse es polémica y discutible. Quizás su calidad sea inmejorable si durante todo su crecimiento solo toma la humedad que le da el rocío de algunas mañanas. ¿Debemos concluir que una lluvia perjudica, dos lluvias lo convierten en pepino y tres lo invalidan? Esta norma de cultivo que se aleja de la realidad debe ser revisada para no ser origen de más confusión y equivocadas interpretaciones.