La caricatura de La Entrada (pública) de Moros y Cristianos
Llegó la hora del desfile, el personal acude a su asiento reservado. Tambores anuncian solemnidad una fanfarria de trompetas y clarines sonrien al espectador. El repostero ordena los canapés y el ordenanza de la autoridad sacude los últimos asientos. Un WC público, pero cerrado al tráfico, insinúa que la tribuna es cosa seria cuando el boato del capitán hace las delicias llenando de aplausos el recorrido. Huecos en la primera fila levanta preocupación del jefe de protocolo, el hijo del secretari del partit pide una coca-cola a un alguacil. El cabo de escuadra se acerca a la tribuna y besa a una chica: es su novia, invitada por las autoridades (no en vano era la número once de la lista de las últimas eleccioones). "Anda niño, toma 10 € y que te pongan un gin en el bar de al lado", le dice el alcalde invitado al camarero del catering (en la tribuna no se sirven bebidas alcohólicas se puede fumar, pero te miran). La tribuna en pié aplaude al capitá mi