La caricatura de La Entrada (pública) de Moros y Cristianos

Llegó la hora del desfile, el personal acude a su asiento reservado.
Tambores anuncian solemnidad
una fanfarria de trompetas y clarines sonrien al espectador.
El repostero ordena los canapés y el ordenanza 
de la autoridad
sacude los últimos asientos.
Un WC público, pero cerrado al tráfico, insinúa que la tribuna 
es cosa seria
cuando el boato del capitán hace las delicias 
llenando de aplausos el recorrido.
Huecos en la primera fila levanta 
preocupación del jefe de protocolo,
el hijo del secretari del partit pide una coca-cola a un alguacil.
El cabo de escuadra se acerca a la tribuna 
y besa a una chica: es su novia, invitada por las autoridades
(no en vano era la número once de la lista 
de las últimas eleccioones).
"Anda niño, toma 10 € y que te pongan un gin en el bar de al lado", le dice el alcalde invitado al camarero del catering 
(en la tribuna no se sirven bebidas alcohólicas 
se puede fumar, pero te miran).
La tribuna en pié aplaude al capitá mientras 
algunos levantan el dedo pulgar.
Una concejala se arregla la falda y se da unos toques, 
nerviosa, al salir del WC: Ha passat el capitá?
Cáterings y servicios gratis, invitados obligados y por compromiso, asientos sobre tribuna elevada,
dinero sustraido de partidas necesarias.
Gastar, gastar y más gastar
unos señoritos unidos por la solidaridad disfrutan de la fiesta
a la que nadie les ha llamado.
¿Qué esperais, que os haga rimar unos versos?
La rima está en los sueños y en los pasos
de nuestro caminar sobre la Tierra
y tambien en la penumbra donde el opulento
administrador de impuestos redistribuye
la riqueza de los demás en plácidas vísperas
de la efímera permanencia en el poder.



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