Chapas y Bicicletas

Las personas que hemos sobrepasdo umbrales de edad arriesgados, los mismos que hace más de 50 años practicábamos con bicicletas sin barra para salir airosos de una caida, no podemos recibir la noticia sin preocupación.

Verán, vivíamos en pleno franquismo, para aquellas edades aún tempranas no hacíamos cuestión de los hechos que se producían, se aceptaban y punto. Tampoco teníamos otras referencias ni, quizás, suficiente conciencia crítica para hacerle el plante a la autoridad de entonces.

La cuestión es que todos éramos potenciales perturbadores de un orden social impuesto por la autoridad. Si alterábamos el orden o decían que lo habíamos alterado entonces pasábamos a ser delincuentes. 

Es cierto que España era muy pobre, no había un duro, el trabajo se inventaba, las empresas se improvisaban, cualquiera que adivinara una peseta a ganar allá que se lanzaba.

De la vida económica, los ayuntamientos no participaban, de los contribuyentes no podía esperar recursos y lo poco que gastaba era con dinero que llegaba desde Valencia o Madrid.

Empecé con las bicis y me he salido por la tangente. Es que las bicicletas llevaban una "chapa", así se llamaba, que era el impuesto de circulación que pagábamos los propietarios. La chapa se sujetaba a la barra bajo el manillar con un alambre y cada año debíamos pasar por la policía municipal para que la cambiaran y pagar la tasa. Todas las bicis controladas en su registro correspondiente y además se sacaba un dinerillo "para ir tirando", nunca más apropiado para aquellos momentos de penuria.

Bueno, pues todo este preámbulo desemboca en una amenaza que, como todo el mundo puede adivinar, puede llegar, bien de un violento matón, bien del ayuntamiento. Si viniera del primer chantajista, una denuncia en el juzgado de guardia acabaría con el provocador. Pero ¡ay! viene de una institución pública que tiene permiso para eso. En efecto, el regidor de Sostenibilidad ha amenazado con una ordenanza para el control de las bicicletas. Donde no existe ningún tipo de problema, llega el funcionario subsanador y lo crea.

Primero es el registro, el inventario de personas con bici, más tarde la tasa o impuesto recaudador, mínimo eso sí, que no hay que hacer daño al bolsillo del pobre. Luego la multa, la coacción arbitraria para hacer valer el chantaje. 

Anunciado está para la Sesión Plenaria de Julio. Como el concejal de Sostenibilidad es miembro de Compromís, agrupación política que sostiene al PSOE en la alcaldía y como la medida es de descarada intervención pública ante el pacífico ciudadano, el voto del concejal comunista completará el onceno necesario para ser suficiente.

Del otro partido, el PP que ni está ni se le espera, a lo mejor se decanta por el NO a la ordenanza, o el NO pero con un SI semioculto por aquello de "¿dónde va Vicente? Donde va la gente". Chi lo sa!

Bueno, quede claro que yo digo NO a la ordenanza, al control de bicicletas y propietarios, al cobro de tasas inmorales. Digo NO a la acción coactiva de la norma impuesta, que lejos de dar solución, crea un nuevo problema.

Como no es de amor de lo que hablo y sí de los sabores que recibo, no importa que pasen los años, tanto da 50 que 1000, un político me dedica esta canción, con especial deleite en la última estrofa que dice

                                      Pasarán más de mil años, muchos más;
                           yo no sé si tenga amor la eternidad,
                           pero allí tal como aquí
                           en la boca llevarás sabor a mí.
                                        

PD: Soberbia es la interpretación de José Feliciano, nada inclinado hacia la ordenanza sostenible.
 


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