Meriendas sin companatge, el huerto en casa y dieta mediterránea. Memorias de mi enfancia


El calor de un fuerte día de verano antes no existía, mejor dicho, yo no lo sentía. Recuerdo que de pequeño en pleno verano frecuentemente salía con amigos a jugar por el campo a mitad tarde o acompañaba al labrador de casa en los quehaceres agrícolas del calor: labrar, limpiar acequias, arreglar caminos sombreados, despuntar viñas.
Entonces, como ahora, los niños merendábamos en hora avanzada porque algunos dias no habían otros alimentos para cenar. Reconozco que no era mi caso, pues en casa nunca nos faltó la comida. La merienda era siempre bien venida, mientras comíamos nos encontramos con otros amigos cuando estábamos en el pueblo y organizamos nuevos juegos y partidas o salidas a otros barrios incluso al campo.
Voy a hablarles de la merienda, del pá en companatge que nuestras madres nos preparaban. El alimento común que acompañaba el pan solía ser el aceite de oliva y es que aunque el alimento escaseaba a nuestros padres no les faltaba el secá y algunas oliveras para obtener año tras año el preciado aceite. Casi todo el pan que se comía se hacía en casa: nuestras madres pastaban una o dos veces por semana porque era más barato. Claro que los niños no valorábamos la calidad del pan que comíamos, como tampoco lo hacíamos con el companatge aceite.
A veces se merendaba pan sólo, otras se añadía sal sobre el aceite, azucar si la despensa lo permitía. Pero la merienda más deseada era la que nos preparaban con una pasta hecha con aceite de oliva y virutas de chocolate o colacao cuando lo hubo. Estoy seguro que quién inventó la nocilla vivió aquellas necesidades.
Era frecuente, aunque no a menudo, el companatge de embutido de cerdo puesto que en muchas casas se hacía matanza en invierno. El cerdo era crianza propia, téngase en cuenta que muchas casa tenían corral propio donde se criaban animales para el sustento.  Y huerto con algunas frutas y hortalizas.
Los que no vivieron los primeros veinte años de la postguerra civil verán que, aunque la pobreza y el hambre estaban bastante extendidas, poco a poco la gente rehizo su vida con dignidad y supo proveerse de sustento "pa ir tirando". También verán que la base del sustento era lo que hoy conocemos como dieta mediterránea.
Paradojas de la vida, cincuenta años después luchamos contra la obesidad, diabetes, colesterolemias, gota, es decir, aquellas enfermedades de los excesos.

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