Tarde de toros


Ayer estuve en la feria de Albacete paseandola, comprando boletos de tómbola, incluso subí a los columpios, a los modernos, claro. Por la tarde me fuí a los toros.
A mí es que me gustan los toros, no como a las vacas, entiéndame, pero soy aficcionado taurino. El recorrido del hombre por la historia con relación a los animales, es el de aprovechar sus cualidades para sacar rendimiento de ellos. Así, el toreo, es la culminación del valor en la cara del astado primero, para después valerse de artimañas espontáneas y hacer técnica de ellas. Superado el miedo con el valor y atesorada la técnica taurina, al torero sólo le queda la improvisación para conseguir la diferencia, la faena impar, el arte del toreo.
La historia está cargada de episodios épicos en donde el hombre se enfrenta a un animal superior en tamaño, fuerza y agresividad para vencerlo y desplazarlo del territorio conquistado. En el toreo esa batalla ha evolucionado hacia la conquista del terreno por el torero a base de técnica y, en muchas ocasiones, con la emotiva sensualidad que da el arte, otra dimensión ajena a la superioridad del hombre sobre el animal. La tauromaquia es para los taurinos un proceso de maduración técnica a lo largo de miles de años con aportación artística, que destierran del ruedo toda sensación de violencia.

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