CATALUÑA 2012. ADIOS A LOS TOROS


“Dando al Estado poderes ilimitados, la norma más arbitraria puede legalizarse y una democracia puede establecer el más completo despotismo imaginable”.
F.Hayek. Camino de servidumbre

En Cataluña una minoría ha logrado llevar al Parlament su iniciativa de abolición de la Fiesta. La defensa de los animales sirve, una vez más, como pretexto para atentar contra los hombres. Aquí lo que se sacrifican son las libertades y las tradiciones, esas cosas que ninguna otra especie tiene la capacidad de crear, y por ello, tampoco de destruir.

Este fin de semana, 24 y 25 de Septiembre, Barcelona festeja la Virgen de la Mercè, su patrona. Muestras infantiles, exposiciones, conciertos, diadas castelleras cubren el programa para aquellos que deseen disfrutarlo. También se celebran en la Monumental corridas de toros, las más importantes del año en Cataluña.
Contra lo que muchos creen, Barcelona tiene gran tradición torera. Allí se ha celebrado una de las más largas e importantes temporadas taurinas españolas, hasta hace poco comenzaban las corridas en Primavera y durante todos los domingos había toros en la Monumental, cerrando el ciclo la corrida de la Mercè.
Pero los vientos comenzaron a soplar en contra de la aficción cuando el famoso Jordi Pujol, por entonces President,  ya en 1988 consiguió que el Parlament aprobase una ley de protección de los animales que prohibió la construcción de nuevas plazas de toros en Cataluña. Ahora otra ley propiciada por antitaurinos y aprobada durante el cuatrienio del Tinell, prohibirá los espectáculos taurinos en Cataluña a partir del 1 de Enero de 2012.
No creo que sea algo especialmente grave ni para la fiesta ni para los catalanes, que hace tiempo dejaron de ir a las plazas. Muchas otras libertades más importantes que ésta se han cercenado en Cataluña y en el resto de España sin que haya habido tanto revuelo.
Entre los que defendían los toros se han dado fundamentalmente dos tipos de argumentos: los culturales (estética, tradición, relevancia económica, turismo,…) y los anti-prohibicionistas (que el que quiera vaya a las corridas y el que no quiera no vaya). Sin embargo a ninguno he oído proclamar lo evidente: que el Parlament de Cataluña no tiene derecho a decidir si debe haber o no espectáculos taurinos. El problema no es que el resultado de la votación sea “no a los toros”: el problema es que se haya votado.
Decía  L. Mises que “las mayorías no están menos expuestas al error y al fracaso que los reyes y los dictadores; el que la mayoría crea que una cosa es verdad no prueba que lo sea”. Por otra parte, esa ley abolicionista va contra las reglas del juego conocidas cuales son que el individuo es libre para procurarse sus fines y deseos personales, seguro de que los poderes del Estado no se usarán para frustrar sus esfuerzos. En Cataluña la presión de un grupo minoritario de intolerantes abolicionistas ha bastado para que el Parlament se ponga en contra de las reglas conocidas por todos y atribuyéndose poderes que no le corresponden, dicte una norma arbitraria contraria a las más básicas reglas de convivencia como son la de respetar las ideas y el terreno del otro. He ahí el peligro de  legislar sin establecer límites al despotismo que estamos viviendo en tantas acciones del gobierno de Cataluña: rotular en catalán, etiquetar el origen catalán de sus productos, la inmersión única en catalán, eliminar las corridas de toros en Cataluña.
Si durante tantos años hubo que ir a Perpiñán a visionar películas prohibidas por el régimen, otra institución del Estado, el Gobern de Cataluña, obliga a ir a territorio francés a los ciudadanos catalanes a visionar corridas de toros. Se disfrazarán de Capitán General o se pondrán la barretina, pero los fines siguen siendo los mismos: mutilar la libertad.

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