La función empresarial

La empresaria Madre Teresa de Calcuta... Vds perdonen, ¿por qué murmuran? ¿Que era monja? Y empresaria. Les voy a explicar.
Del latín em (penetrar) y prehendere (atrapar), persona que atrapa una idea y la hace suya, no es solo la persona capacitada para hacer negocios, sino que es el que descubre, se da cuenta de las oportunidades de ganancia que surgen en su entorno y actúa en consecuencia para aprovecharse de ellas.
Esta función de descubrir y atrapar, la función empresarial, es capacidad innata al ser humano, la que nos distingue de los animales. Esa idea creativa y revolucionaria, la de ayudar a los necesitados, tan arraigada a nuestro comportamiento, es la que nos define como empresarios en el sentido más amplio.
Atrapada la luz, necesita aunar voluntades, buscar medios para ejecutarla. Por eso me refería a la madre Teresa como ejemplo paradigmático de empresario.
La función empresarial convierte a la sociedad en una gran red de intercambios donde todos salimos ganando.
Además, es una gran fuente de creación y de comunicación de la información que se genera. Y de autodisciplina para mejorar y superar mis actos de cara a la cooperación con los demás, de la cual, recuerden, ganamos todos.
Volvamos a la madre Teresa. Imagínense por un momento, que el gobierno de la India se interpone en las decisiones que tomaba la religiosa en su cometido de aunar personas y medios para conseguir el fin que perseguía. Que los cooperantes debían ser reconocidos por el gobierno, los lugares de acogida fueran legalizados y autorizados, que dieran cuentas anuales al funcionario responsable, en fin, pongan vds las trabas que se les ocurran. Seguramente no hubiera desarrollado su función de cooperación con los mismos frutos obtenidos.
Esa intervención de los gobiernos, de la que tantas veces he referido en este blog, es lo que frena y, en ocasiones, hace abortar miles de proyectos basados en la acción empresarial propia de todo ser humano. Impone por la fuerza, utilizando todos los medios coactivos a su alcance, de manera sistemática, en contra del ejercicio de la función empresarial.
Coaccionar, utilizar toda la violencia al alcance del Estado, para que un órgano director imponga por la fuerza sus pretensiones políticas, independientemente de que venga de una democracia o una dictadura.
Concluyo. No sé si convendrán conmigo que no es posible que un país progrese con estos directorios absolutos que interfieren constantemente nuestra acción empresarial. Esos países están en la esfera de nuestro entorno, padecemos sus latigazos en nuestros lomos y sofocan iniciativas creando miles de páginas de BOE cada año.

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