La cultura subvencionada ya no es sostenible


No hay en España teatro de la ópera con más carisma que el Liceu de Barcelona. Este reciente artículo de El País no tiene desperdicio porque muestra los números conocidos de la crisis que padece el Liceu y que lógicamente se pueden extrapolar a cualquier de los coliseos líricos del panorama español.

 Todos ellos son empresas públicas, ampliamente subvencionadas por las instituciones del Estado, como el Teatro Echegaray de Ontinyent, como cualquiera de los 74 espectáculos programados para este otoño por nuestro ayuntamiento.

 La calidad de las funciones líricas ha caido, como su número, las subvenciones, las ventas de entradas y las publicaciones que algunos teatros editan. Nadie quiere enterarse que este sistema de mantener actividad cultural partiendo del dinero de todos no es sostenible, que los presupuestos que programan para cualquier actividad cultural es a costilla del contribuyente.

El fracaso de público en el espectáculo de Alejandro Sanz en El Clariano este verano no puede dejar a ningún responsable indiferente, porque el daño producido se ha centrado en las pérdidas económicas de empresas y servicios, las falsas expectativas creadas por nuestro ayuntamiento sobre todo a la hostelería y el dinero que nos ha costado como contribuyentes. ¿Quién toma nota?

 Sí, es bello tener una programación cultural gratis total para los que pueden y quieren asistir, pero lo pagan sobre todo los que no acuden a los espectáculos, que son la mayoría.

 La voracidad de la crisis económica es tan evidente que sería de agradecer a los políticos que dejaran de dar pan y circo y apretaran el cinturón de las arcas municipales, única manera de aflojarlo a los pasivos contribuyentes.

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