Los Príncipes en El Liceu y una furtiva lagrima para Villazón

La asistencia de una persona representante de cualquier institución del Estado a un espectáculo es normal. No parece que lo fuera ayer en Barcelona, cuando el Principe Felipe hizo su entrada en el Liceu, donde la opinión se dividió entre aplausos y pitos. Para muchos significa un rechazo a la Institución Monárquica, que lo es. Pero como puede suceder, a mí no me llama la atención. Yo hubiera aplaudido, por reconocimiento y por respeto.

A quiénes les sorprendería es a las voces contratadas para la ópera que se representaba: L'elisir d'amore, de Gaetano Donizetti.  El papel estrella era para el tenor mejicano Rolando Villazón, Nemorino. Tuve la suerte de ver la misma ópera representada por Villazón hace unos años en el mismo escenario. Después de cantar el aria de Nemorino Una furtiva lagrima, todo el público en pié aplaudió durante más de cinco minutos, pidiéndole el bis, que lo concedió. Es la única vez que he presenciado un acontecimiento de tanta gratitud en la escena ofrecida por una primerísima estrella del bel canto.


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