SOCIALISMO O LIBERTAD

     El mundo de la política es rico por los muchos matices que la decoran, pero es pobre, muy pobre, en las ideas que sustentan cada uno de esos matices.
     Existen dos polos hacia donde se dirigen los esfuerzos de los servidores del Estado:
1) El de la libertad, encabezado por el individuo que solo busca que le dejen vivir en tranquilidad, sin intromisiones en su vida, en su propiedad, que pueda contratar y cooperar de acuerdo con su interés, y bajo su responsabilidad que abarca respetar de la misma manera a sus congéneres, el individuo social por excelencia.
2) En el extremo opuesto gobierna el polo de la intervención de un ente superior sobre la vida, aquel que ordena una forma de vida según sus fueros, creencias e intereses y dirige a la sociedad al fin que el estadista persigue. Es el gobierno del socialismo y del fascismo, del autoritarismo y la tiranía. Son los sistemas políticos que todos dicen que hay que desterrar, pero muchos aceptan y practican desde el poder.
     Entre las dos formas de gobernar aparecen una profusión de matices que son los que diferencian las distintas y variadas formaciones políticas que conocemos, pero que nadie defiende con argumentos cimentados en el pensamiento, sino que se mantienen con eslóganes manieristas, bellas figuras moldeados a base de frases maniqueas ("lo hago por vuestro bien"). De ahí surge el adoctrinamiento que más se extiende en la política cuando sus ideólogos marcan las diferencias con otros partidos refiriéndose como defensores de los intereses del pueblo y encauzando sus aspiraciones: el populismo, la mayor amenaza que puede sufrir una democracia poco consolidada.
     El fundamento de todos estos grupos es el de conquistar el poder y mantenerse, con métodos democráticos, ¡faltaría más!, sirviéndose del poder para sus fines, aprovechando la buena predisposición sentimental de las personas, construyendo frases efectivas con palabras vacías, como "trabajamos para las personas", "justicia social", "solidaridad social", "políticas de igualdad", "aumentamos la inversión", etc.
     Allí donde impera el eslogan es imposible inducir o deducir con una estructura de lenguaje surgido del razonamiento. El eslogan es el inductor del sueño que mantiene a la sociedad en estado de no respuesta ante el estímulo, de un sopor del que los políticos deducen que nos hacen felices.
     Hablo del populismo y lo critico, está tras las declaraciones no entendidas, menos aún aceptadas, enciende mechas de la falsa participación, hace tomar decisiones políticas por unanimidad, utiliza los presupuestos para los carísimos regalos que nos ofrecen en forma de felicidad.
     Los populistas nunca nos regalarán algo, menos aún nos darán la felicidad. Es preciso entender que lo que nosotros podamos conseguir con nuestro trabajo, esfuerzo e ilusión no nos llegará de los intereses bastardos de los políticos que nos quieren suplantar. 

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