Oui, je suis Charlie Hebdo

                              (Es necesario volar Charlie Hebdo)
     Del artículo de Juan Albiñana del viernes 16 de Enero, Je ne suis  pas Charlie, me quedo con su exposición fluida y decidida sobre su punto de vista de la religión como fuente que emana sentimientos, pero que yo no comparto. Creo importante contrastarlo con otro punto de vista.

     La religión, mono o politeísta, es un conjunto de creencias cuyo objeto es Dios. Él es el vínculo de todos los creyentes.  La verdad revelada o los textos sagrados elegidos dan cuerpo a un sueño y creer en él da sentido a la vida del creyente. Sin embargo, nada prueba que sea algo distinto de un sueño.

     Un sueño, ese mundo irreal donde imaginamos situaciones cargadas de ilusión y esperanza, se convierte en guía y motivo de nuestros proyectos, también de nuestra vida. De los sueños nacen sentimientos que nos sumergen en mundos ficticios, adorados unos y otros odiados, pero mundos ausentes, como la religión, de ahí que llegue a ser creencia, fe.  Rezar, creer y obedecer es la vía para alcanzar un mundo imaginario y feliz. Toda religión desemboca en una moral dogmática, el deber es su Ley y a la sumisión se le llama virtud.

     La caricatura de un personaje imaginario no es otra cosa que una caricatura y su interpretación da origen a un sinfín de opiniones, basadas en supuestos. Si estamos sujetos a dichos supuestos y los tenemos en cuenta porque están prohibidos por la moral o por la ley, ¿dónde queda mi libertad? Caricaturizar el parto de la Virgen María o la imagen de Mahoma puede ser censurable por unos, pero ¿debo abstenerme porque otros no lo toleren?

     Por otra parte, la religión se basa en los textos y en la transmisión que han hecho de la vida y enseñanzas, reveladas o no, de los distintos dioses. Pero es producto del pensamiento y sentimientos de los hombres, por tanto pueden ser opinables, como las teorías filosóficas, sociológicas o humanistas en general. El no estar de acuerdo, inclusive si hieren mis sentimientos más profundos, no quiere decir que deben ser prohibidas o censuradas. Además, la crítica y el contraste de opiniones las transforman y las hace dinámicas y más perfectas.

     Todos tenemos nuestras opiniones, opuestas, divergentes o coincidentes en este tema, pero debemos ser tolerantes y admitir que el mundo es de todos y cada uno de los seres humanos que vivimos sobre la tierra,  los que somos libres y  los que no lo son porque algún día lo serán. 


     No es lo mismo ver un rostro que enamorarse de él. Con esta frase de André Compte me gustaría compendiar este escrito que, aunque no lo compartan, espero lo entiendan.

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