La Gran Ingerenca: Circo sin animales


Hay una regla de oro en política que nunca falla: toda estupidez no solo es susceptible de ser superada sino que, en la práctica, es siempre e inevitablemente superada. La frase, que copio de Fernando Diaz Villanueva, del Instituto Juan de Mariana, Madrid, da pié a este artículo con el fin de espolear el ánimo del lector ante la intromisión, injerencia e intolerancia de los arribistas "sandía" en el poder local. Y de sus corre-ve-y-diles que corifean al intruso para hacerlo útil, o sea, que aguante la mala pata que sustenta el poder PSOE-Compromís-EU.
Derechos animales.- Se apoya Quesada, el concejal de la cosa, que el ser humano no tiene derecho a exterminar o explotar otros animales, ser sometido a malos tratos o explotado para entretenimiento de otros. La declaración de los derechos animales comprende 14 artículos, pero se pueden encerrar en dos: amarás a la ONU sobre todas las cosas y a los animales como a tí mismo. Por eso el hombre a lo largo de su historia no ha utilizado animales para el progreso de la civilización ni para alimentarse, la energía para el progreso se obtenía de los antiguos tractores que los Picapiedra usaron para el arrastre y el cultivo y las grandes construcciones no se hacían con la fuerza de los caballos y bueyes, que era un maltrato animal, sino con la fuerza de los esclavos al servicio de faraones y grandes señores. 
Circo.- Dice el concejal animalista que los animales exóticos y domésticos son sacados de sus habitats naturales y obligados a vivir [...]  enjaulados, encadenados y dentro de camiones durante sus desplazamientos. Seguramente quiere decir que no viven en las condiciones que vivimos los humanos porque les obligamos a hacer lo que nosotros queremos. Pues por eso  son útiles para nuestros fines, porque ellos no tienen capacidad para decidir, ni tienen voluntad, ni mucho menos, conocimiento. Por eso tenemos perros como compañía sacados de su hábitat natural, adiestrados por el hombre para sus fines. Porque los animales no tienen otra cosa que no sea instinto (ya saben, perpetuación de la especie, defensa del territorio), exentos de voluntad ni capacidad para decidir y elegir, no son libres, por tanto no tienen derechos. Solo el dueño del animal es el que tiene derecho de hacer lo que quiera para su uso y provecho. Inclusive para rifarlo: dónde está la diferencia entre rifar un cerdo o comprarlo si el provecho es el mismo.
Según los postulados animalistas, el Cirque du Soleil es paradigmático y ejemplo a seguir. Comparto esa idea, el triunfo del Circo del Sol lo han conseguido a pulso sus artistas y gestores, pero nadie les ha obligado a dar espectáculo sin animales, nadie se ha entrometido, como nuestro prócer ayuntamiento en nuestras vidas, en la del espectáculo. 
¿Qué haremos con el Bou en Corda? ¿Hacemos circo como hasta ahora con toros de verdad o os adiestrais con el carro de torear por las calles de Ontinyent? No os lo aconsejo, el daño podría ser de envergadura mayor que el recibido por vuestra imaginación a cualquier animal. 
Entonces, si no podemos pasearnos con caballos, exhibir camellos y bueyes en la Entrada de Moros, disfrutar de unas gallinas ponedoras, engordar un cerdo para la matanza, ¿dónde situamos nuestra civilización, que ha hecho de nuestras raices bienes culturales indispensables para una saludable calidad de vida?
Entendido: de momento nos dejais vivir sólamente con la prohibición en el circo de carpa de lona. ¡¡¡Muchíiiiisimas gracias!!!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Recuerdo del accidente ferroviario en Ontinyent

EL PODER CONTRA EL DEBER

Chapas y Bicicletas