Oscura ley electoral

     
     Cuando se cerró el acuerdo por el cual Junts pel Sí y la CUP nombraron a Puigdemont Presidente de la Generalitat de Catalunya, Artur Más hizo una declaraciones para enmarcar. Más o menos vino a decir que lo que no habían conseguido a través de las urnas lo habían enmendado con reuniones y acuerdos.

     Siendo sincero, yo creo que lo fue, demostró su cata moral ante defectos del sistema democrático español. Yo me pregunto cómo es posible que sigamos con una ley electoral postfranquista sin que los políticos de la incipiente democracia ni los actuales hagan nada por remediarlo. Se evitarían tentaciones de los políticos sometidos al ejercicio  autoritario.

     Recuerdo este hecho nada anecdótico, porque surge inmediatamente el temor de su repetición en las actuales negociaciones para formar gobierno. Y se refuerza la hipótesis de que algunos dirigentes políticos sueltan la vena autoritaria cuando piensan en ellos antes que en todos los demás personajes de la sociedad española.

     Lo digo por las apariencias que muestra el líder PSOE Sánchez al tratar de formar un gobierno desde concepciones contrarias al discurso de las urnas y utilizando la oscuridad y alevosía para sacar votos que lo encumbran a la presidencia. Sí, sí, ya sé que es legal, pero mejorable, porque la sensación que nos queda es aquella que Artur Más impulsara: lo que las urnas no arreglan, los elegidos darán la salida que satisfaga sus apetencias.

     Pienso que ya es hora de que alguien ponga coto a estos abusos, para que de una vez se modifique la ley electoral y sin necesidad de contubernios, reuniones secretas e intereses de grupo, nos den la posibilidad de callarlos y la decisión sea solo de todos los españoles. Se llama SEGUNDA VUELTA O BALOTAJE. 

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