La supervivencia del PSOE es necesaria para el Estado


La base sobre la cual edificamos un proyecto es la estructura del sistema, bien sea empresa, bien las instituciones públicas. Poco puedo decir de estas últimas, si no es hablar del Estado de Derecho, de los poderes del Estado y su independencia, o sea, de la separación de todos los poderes del Estado en organismos independientes, y, cómo no, de los partidos políticos. Estos son las estructuras a través de cuales el ciudadano, cualquiera de nosotros, tiene acceso libre al sistema político. En ellos quiero entretenerme hoy. 

En España hay dos grandes partidos, uno conservador (la derecha) y otro socialista (la izquierda). Sobre ellos principalmente se ha construido la democracia, mejor o peor, pero ellos son el eje de participación. Sus estructuras están fuertemente consolidadas en todo el territorio y están adscritos a internacionales que hacen más fuertes sus estructuras.

En esos dos grandes partidos caben casi todas las ideas y formas de gobierno de cualquier naturaleza. Ellos expresan y configuran un Estado moderno, siempre mejorable, de ahí las distintas opciones, contrastes y luchas que se producen en sus tripas. Ellos conducen las demandas de la sociedad para adaptar las instituciones a la realidad social. 

Con buen criterio, bajo mi punto de vista, esos partidos han rechazado los populismos y los nacionalismos, ambos sistemas sometidos a concepciones sentimentalistas de oportunidad y rechazo, contrarias al modelo que mayoritariamente hemos escogido, el de la libertad, los derechos individuales, el mercado como lugar de confluencia de los intereses de las personas y todos los atributos de un estado integrador y democrático.

Y los partidos políticos no pueden separarse ni un ápice de la voluntad que expresamos en las urnas. Decía que en ellos cabe cualquier concepción de la sociedad, modelo o ideal que se desee expresar, es decir, ellos son el sustrato, el edificio, la estructura que soporta la mayoría del pensamiento político y la adaptación al medio hostil de la defensa de las ideas.

Los experimentos que vivimos los últimos tiempos en forma de partidos y agrupaciones tienen difícil cabida, porque se requiere aglutinantes ideológicos, personas y mucho dinero. Pueden salir adelante, pero la competencia que ejercen las estructuras ya consolidadas los hace de muy difícil viabilidad. Y en el momento que aquellas estructuras retoman el pulso a la sociedad tienen mucho más despejado el camino para consolidarse.

Por eso es tan importante que el PSOE vuelva a ser el precipitante que encauce la idea de la sociedad que sus votantes desean. Las crisis son necesarias cuando fracasan las ideas, posiblemente sean consecuencia de un exceso de sentimentalismos pésimamente confundidos con la razón. Es el momento de resolverla. Si no lo hace a tiempo y bien, otros partidos de la izquierda española harán su función. 
 

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