El bipartidismo necesario


Es extraño el día que no nos desayunamos con algún caso de corrupción económica cometida por políticos. En todos los casos, lo común es echar mano del dinero de impuestos, directamente utilizándolo para fines particulares, indirectamente desviando subvenciones o facturando comisiones.

La reacción inmediata de los mandatarios políticos ha sido rasgarse las vestiduras justificando la presunta inocencia del acusado y prometiendo normas preventivas y firme propósito de enmienda.

Sin embargo, sigue apareciendo corrupción pero los políticos no han puesto en práctica ninguna nueva medida. Es más, de la inacción surgen voces críticas desde dentro de los partidos: Esperanza Aguirre liderando a los insatisfechos y silenciados diputados del PP y Susana Diaz comprometiendo al recién Secretario Sánchez del PSOE insinuando medidas más allá de la voz del partido.

Esta corrupción en los dos partidos axiales de la democracia española ha alzado las encuestas hasta convertir las intenciones de los individuos en el alarmismo que es capaz de medrar en el futuro de la nación española.

Mas ya no importa el origen de este contagioso mal. En contra de lo que piensa una corriente de la sociedad, con el bipartidismo ha llegado la estabilidad política, hemos crecido en economía y ha mejorado el bienestar. Solo cuando el crecimiento económico se ha detenido se ha iniciado una tendencia hacia la ruptura de la estabilidad política, cuyos principales responsables son sus líderes.

Rajoy y Zapatero lograron en los mandatos de sus partidos respectivos un débil liderazgo, que se ha manifestado en la proliferación de casos de corrupción que se gestaron entonces y ahora afloran. Zapatero ya se amortizó, pero Rajoy se considera imprescindible y necesario en el conservadurismo español, porque lo mantienen sus barones y fontaneros, incapaces de taponar las espitas que su acción política reverbera. 

Llegó, Rajoy, al poder por mor de la inanición que el socialismo con Zapatero nos dejó en 8 años de mandato, anunciando promesas que sistemáticamente ha incumplido (bajar impuestos y la deuda pública, disminuir gasto público, ley del aborto, etc) y la regeneración de la vida pública. Eso bastaría para presentar 3 veces la dimisión, lo que automáticamente equivaldría a generar un nuevo horizonte político.

Así las cosas, bajo mi punto de vista, un cambio sustancial de nombres en la política sería el paso decisivo para dar entrada a pactos que dieran a los españoles una perspectiva de un futuro libre de engaños y corruptelas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Recuerdo del accidente ferroviario en Ontinyent

EL PODER CONTRA EL DEBER

Chapas y Bicicletas